Muchos me preguntan de qué va mi novela. Admito que, a pesar de la
reiteración, no tengo claro qué responder, cómo definirla de una forma clara y
concisa y que, a la vez, no le ofrezca a mi interlocutor una visión equivocada
sobre la misma. Me gustaría poder afirmar: es una novela negra o una de espías,
incluso una erótica, pero no encuentro una categoría en la que encaje, ni siquiera
mínimamente.
La misma portada, podría servir para hacerse una idea: un camino empinado, tortuoso y cuyo fin apenas llega a entreverse, pero no se sabe cuál es.
Los confines de la noche narra
la historia de un joven escritor
decidido a triunfar a toda costa y que cae en las manos de una agente amoral y
carente de escrúpulos (una combinación equivalente a juntar la pólvora con las
cerillas), que no dudará en convertirse en un personaje frívolo de primera
índole, de esos que salen en los platós donde se grita, con tal de alcanzar su
propósito.
Pero no sólo es eso: también es la historia de un hombre que parece
utilizar a las mujeres, que lo persiguen como si no existiera otro en el mundo,
pero que en realidad es manejado como un títere por dos de ellas: una exnovia egoísta
y rencorosa, y la citada agente, ninfómana y calculadora hasta lo patológico. A la vez narra cómo el protagonista se abandona a la depravación y, en la desgracia, es capaz de hallar algo parecido a la redención.
Pero ahí no acaba todo: también es la historia del mundillo literario, de
sus miserias y sinsabores, de la penuria de los certámenes, de los habituales de los eventos culturales,
profesionales de la charla y el canapé, y de los míseros mercadeos en los círculos literarios
de provincias.
Y, para añadir más confusión, Los confines de la noche también es la
historia de la gestación de un libro, una metanovela recursiva que narra cómo
un joven escritor está escribiendo una novela que se llama Los confines de la noche, que, a su vez, narra cómo un joven escritor
está escribiendo una novela que se llama Los
confines de la noche, y así hasta el infinito.
Y, a pesar de todo, los pocos que han leído su borrador la han encontrado
divertida.
Considerado todo lo anterior y tenido en cuenta que me consta que mi interlocutor
sólo lee el Marca, y no demasiado a menudo, pónganse Uds. en mi lugar y díganme
cómo puedo yo explicarle de qué va la novela.
Se admiten sugerencias.